En el contexto de lo planteado, si analizamos a Cristianos y Progresistas como una tribu, resulta claro que ella es del tipo secundaria, nacida al alero de otra tribu secundaria (floristas) emanada a su vez de una tribu primario-secundaria (PPD).
Me detengo en la definición hecha respecto al PPD, la planteó por cuanto desde la perspectiva de dinámica política que he descrito, el PPD está a medio camino entre tribu secundaria y primaria, la inestabilidad que le impide avanzar en su consolidación está dada por el concepto fundacional de “partido instrumental”, que conlleva una semántica de inestabilidad y transitoriedad, que al impedirle desarrollar discursos estables que le den marco a las conductas, ha tenido dos efectos:
- La creación de tribus primarias en su interior que han luchado por una captura totalitaria de la organización (“llevarse el partido para la casa”);
- La legitimidad discursiva del uso personal y colectivo de la organización por parte de sus miembros, cuyo efecto directo es la cultura de “agencia de empleo” que le aporta estabilidad al PPD por la vía de un mecanismo económico (incentivo positivo) incorporado en forma implícita en el debate.
Las preguntas siguientes son ¿puede Cristianos y Progresistas transformarse en tribu primaria?, y, también ¿tiene sentido que lo haga?, no puedo obviar que la respuesta definitiva a estas preguntas implica aspectos emocionales de sus integrantes por lo que deben ser respondidas colectivamente, sin embargo ello no me impide hacer una reflexión teórica que sea independiente de las personas (transitorias por definición), y de las estrategias (fuertemente relacionadas con los recursos disponibles), ambos elementos de alta variabilidad.
La novedad de Cristianos y Progresistas radica en reconocer en el mensaje cristiano un hilo conceptual ordenador, una norma o ethos, lo que conlleva una serie de discursos asociados respecto a la realidad y al marco en que se deben mover los debates.
La estabilidad conceptual del discurso cristiano conlleva una dinámica en que es tolerable la diversidad de opiniones sobre los temas, pero el aproximarse a los límites discursivos del ethos cristiano (vida humana) implica sustentar el discurso en aspectos sociales puntuales y por tanto en especificar la situación de la que se está hablando, es decir en la medida que más lejos se trate de llegar menos general se vuelven las conclusiones, hasta que, en teoría, solo se puede llegar al caso individual.
La estabilidad política del discurso cristiano, es un dato dado, de hecho puede dar soporte a discursos tan disímiles como el de la UDI en Chile o el PT del Brasil, en ese sentido contiene la capacidad de imbricar nuevas ideas sociales de una manera tal que le da a las conductas asociadas a ellas un contexto de sentido que se hace legítimo con independencia de las creencias o no creencias de la persona involucrada.
En el caso particular de la cultura- política de la Concertación, el discurso cristiano es parte de su matriz básica, norma o ethos, y se instaló allí como producto del rol que principalmente a la Iglesia Católica le toco jugar durante la mayor parte de la dictadura.
En relación a lo anterior destaco solo dos elementos el primero es considerar como la institucionalidad católica (clero y laicos) fue capaz de imbricar sobre el discurso cristiano el concepto de los derechos humanos – de raíz secular – mediante la idea de “misericordia” que las conecta de manera sencilla y directa, pero además dotándolo de un sentido más nacional y político al asociarlo al de libertades públicas.
Así el concepto políticamente cristianizado de los derechos humanos estuvo en condiciones de ser esgrimido por creyentes y no creyentes, como una bandera política legitima y de fácil comprensión para la ciudadanía.
Un segundo elemento fue la cristianización de los métodos de lucha, esto tuvo a lo menos tres efectos:
1. Hizo de la resistencia pacífica una estrategia política legítima y eficiente (en el sentido económico), que pudo ser implementada a bajo costo en la base social (especialmente jóvenes) mediante el concepto de “unidad en la acción”
2. Facilitó el proceso de acercamiento de los discursos políticos, tanto por la vía de hacer políticamente viable la renovación del socialismo, como por la de reducir la desconfianza política del mundo desarrollista democratacristiano
3. Finalmente anuló la distinción orden/caos ampliamente usada por la derecha política para legitimar su permanencia en el poder.
La estabilidad político – cultural de la matriz básica o norma de la Concertación es un dato, por lo menos se puede explorar hasta el año 1985 con el acuerdo nacional, que marca la cima de la intervención política de la institucionalidad católica; desde ese momento comenzará una lenta superposición de nuevas aproximaciones discursivas, algunas de las cuales se conectan con la matriz básica o ethos, a través de los discurso no cristianos que forman parte de ella, desarrollando en consecuencia nuevas direcciones de pensamiento y acción (por ejemplo la agenda valórica).
En función de lo anterior y respondiendo la primera pregunta, ¿puede Cristianos y Progresistas transformarse en tribu primaria?, en mi opinión es claro que dada la estabilidad histórica del discurso cristiano, el colectivo puede definir discursos políticos estables, fácilmente comprensibles y por tanto con la capacidad de configura una matriz básica o ethos estable capaz de sustentar relaciones de convivencia estables, por lo tanto tiene la potencialidad efectiva de pasar de tribu política secundaria a primaria.
Respecto a la segunda pregunta ¿tiene sentido que lo haga?, en principio si, ya que al tener la potencialidad de conectar sus propios discursos políticos con aquellos de la matriz básica, norma o ethos de la Concertación, puede desarrollar a partir de ellos nuevas direcciones discursivas que encontrarán eco en el debate cotidiano de los “concertacionistas”.
Lo anterior implica que el sentido final que tendría para el colectivo Cristianos y Progresistas transformarse en tribu política primaria, además del de aportar nuevos elementos discursivos, sería que en el mejor de los casos podría ayudar a regenerar políticamente - y desde dentro - la Concertación.
1 comentario:
Me parecen interesantes las preguntas que se plantean en la tercera parte de este tema. Coincido, además, con las respuestas afirmativas que se dan a ambas interrogantes. Por lo tanto, sólo quisiera agregar algunas otras conclusiones a fin de complementar la respuesta a la pregunta sobre si acaso tiene sentido que Cristianos y Progresistas se transforme en una "tribu primaria". A fin de no extender en demasía mi comentario, me limitaré a presentar nada más que un par de reflexiones.
En primer lugar, creo que uno de los elementos fundamentales que debe existir en nuestra agrupación tiene que ver con la "credibilidad" y la "responsabilidad" que tengamos y que mostremos a la sociedad. No voy a analizar si nuestro pueblo posee la inteligencia suficiente como para escudriñar el fondo de las ideas que existan en una organización política. Lo que sí tengo claro que nuestra sociedad si tiene la agudeza suficiente para reconocer cuándo los partidos políticos, sus líderes, entre otros están realizando cosas para su propio beneficio, sin la transparencia y abnegación que, los electores en este caso, merecen. Es por ello que me parece que es clave dar a todas nuestras ideas y actividades algo que llamamos autenticidad, en el sentido de hacer ver que nuestras intenciones concuerdan efectivamente con nuestros discursos. Que si se presentan proyectos en los que su apariencia muestra un cierto valor, dicho valor sea el mismo que se estaciona en nuestras intenciones y no sea este proyecto un mero disfraz de nuestra verdadera voluntad.
En segundo lugar, creo que algo esencial para que el pasar a un status primario tenga algún sentido, tiene que ver con la "osadía" que nuestras ideas posean. Así como en épocas de persecusión cristiana por parte de los romanos, los creyentes no dejaron de manifestar su fe porque creían en su verdad, así nuestras ideas deben manifestarse, aunque a priori parezcan algo desviadas del sistema imperante y sufran algún tipo de persecusión. Creo que si el día de mañana nace un proyecto de reforma de alguna institución y tenemos la convicción en el buen resultado de esa idea, no debemos ocultarla por miedo o por no querer que el sistema, el poder imperante, se lance en contra nuestra. Cabe recordar, además, el primer calificativo de nuestra agrupación: "cristianos". De alguna forma, esa palabra debe ser iluminadora y debe darnos la fuerza, la convicción y la valentía suficiente como para presentar tal o cual proyecto y no limitar a sólo conversarlo entre nosotros.
Saludos a todo lector y bendiciones en lo que queda de este año y, por supuesto, para todo el 2007.
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