miércoles, 13 de diciembre de 2006

¿QUÉ HARÍA CRISTO EN MI LUGAR?




Estas palabras de san Alberto Hurtado me han hecho sentido en estos últimos días, me pregunto si ¿Cristo hubiera abierto champaña para celebrar la muerte de Allende en 1973 o la de Pinochet en el 2006?, me pregunto si ¿habría hecho desaparecer a chilenos o si habría participado en el atentado del Melocotón?, me pregunto si ¿habría arrojado una botella de agua al general Cheyre o habría quemado autos en la Alameda?, si ¿habría acusado de comunista al Cardenal Silva por defender a los perseguidos o habría acusado de traidor al Cardenal Errazuriz por hacer celebrado una misa a un católico muerto?, cada uno tiene una respuesta frente a estas preguntas.

Las preguntas anteriores me asaltan frente al futuro, ¿hemos aprendido algo después de todos estos años?, me respondo que el cristianismo es mucho más que la participación de algunos ritos y de creer algunos dogmas, dicho en términos modernos el cristianismo es para mi un camino de iluminación, del que la dimensión religiosa es solo una parte, es en el contexto de este camino que los ritos y los dogmas adquieren su real sentido, lo verdaderamente relevante es vivir la cotidianeidad, lo común, bajo la luz de ciertos valores que asociamos con Cristo.

El cristianismo apunta más al surgimiento de un ser humano nuevo, y por tanto de una sociedad nueva, no es puro activismo social, ¿quién puede manifestarse en contra de ayudar a los pobres?, tampoco es pacifismo, ¿quién no lucharía por defender la vida de los que ama?, es libertad y justicia, libertad personal primero y social después, justicia personal primero y social después; como decía el Silvio “que fácil es escribir algo que incite a la acción contra tiranos, contra asesinos, contra la cruz o el poder divino, siempre al amparo de la vidriera y el comedor”.

El cristianismo apunta a una transformación personal primero, solo en ella se funda una verdaderamente nueva forma de actuar en lo social, solo en ella se funda una nueva forma de hacer política; actuar con el rigor de Jesús expulsando a los mercaderes del Templo, solo tiene sentido al vivir de una manera coherente e integra, en eso radica la dificultad de ser cristiano, se sustenta en cargar la cruz propia cada día, en asumirse débil e injusto para poder juzgar el corazón y las intenciones de nadie, por lo que solo nos queda juzgar actos, eso nos permite condolernos del dolor de otro que es tan o más débil e injusto que nosotros mismos.

Chile necesita libertad, pero no la libertad que nos ofrece el secularismo actual, listo a correr los márgenes de la ética cuando conviene a nuestras pasiones, sino la libertad fundada en la justicia, en aquella que apunta a dar a cada ser humano lo que necesita para ser plenamente humano, para poder cumplir el rol que la creación le ha otorgado en este universo, para eso se nos han dado los dones, para eso los talentos.

La muerte como decía Juan Pablo II “es en el orden humano la palabra final”, todos, creyentes y no creyentes, nos inclinamos ante su majestad, ante la absoluta imposibilidad de poder detenerla o revertirla, ante ella todos los seres humanos, los débiles y los fuertes, quedamos reducidos a nuestra condición final de “tierra viviente”, la muerte termina por igualar a Allende y a Pinochet, la muerte nos sobrecoge, nos anonada, nos da la oportunidad de reflexionar sobre nosotros mismos y sobre los que amamos.

La pregunta me sigue asaltando hacia el futuro ¿qué haría Cristo en mi lugar?, a mi que quiero actuar en política, ¿Cómo seré luz en este mundo?, ¿Cómo sembraré la paz, el respeto, la libertad?, ¿Cómo usando la política seré capaz de dar de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al desnudo, de visitar al enfermo y al preso?, ¿Cómo daré valores a mi patria?, y ¿qué valores le transmitiré?

Dr. Arturo Cárdenas F.

1 comentario:

Anónimo dijo...

QUE HERMOSAS TUS PALABRAS SOBRETODO EN ESTE TIEMPO DE ADVIENTO

ME HA DADO QUE PENSAR MUCHO LAS FRASES QUE ESCRIBES ......OJALÁ QUE PODAMOS CADA DIA ENGRANDECER NUESTRO ESPIRITU .Y OJALÁ QUE NUESTRA MENTE SEA UN HERMOSO MANTEL BLANCO Y DEPENDE DE CADA UNO DE NOSOTROS MANTENERLO LIMPIO PURO Y PERFUMADO