sábado, 2 de diciembre de 2006

FEMINISMO O FEMINIDAD








El siglo XX fue el período de las luchas sociales, sin duda que los grupos excluidos iniciaron una batalla permanente por incluirse, y en ese proceso cambiaron el orden social, ¡esperemos que para siempre!, así lo hicieron los obreros industriales, la clase media surgida al alero del Estado, los campesinos, las mujeres, los pobladores, los estudiantes y todo aquel que es capaz de articular un discurso coherente y cohesivo de muchos seres humanos, los últimos ejemplos han sido el gay power y los movimientos indigenistas.

A la luz de algunas afirmaciones surgidas como respuesta a mi opinión sobre el aborto, me ha parecido apuntar a una tensión que ha marcado fuertemente los últimos 40 años, me refiero a la tensión feminismo/machismo, que voy a entender como la confrontación de dos discursos socio- políticos que reproducen la tensión explotado/explotador, una de cuyas traducciones fue la tensión trabajador/capitalista, que tanto ha marcado el mundo y en particular nuestra Latinoamérica.

Es evidente que el problema de este tipo de enfoques es que lleva a que las personas deban ubicarse en uno u otro lado de este equilibrio dialéctico, el que por lo demás solo se puede resolver mediante un constante juego de suma cero, en que lo que pierde uno lo gana el otro; así el avance del capitalista solo se podía entender a costa del retroceso del trabajador, o si se prefiere el avance de los países desarrollados explotadores, solo se hace a costa del hambre y la pobreza de los países explotados, ergo como actitud ética, y especialmente para los cristianos, solo cabe estar del lado del oprimido (pobre/débil) en una lucha sin cuartel contra el opresor (rico/ fuerte), de ahí que en un escenario como ese, todo medio se hiciera sino legitimo a lo menos entendible. La rebelión contra el tirano no es sedición porque este es el sedicioso decía Santo Tomas.

En el caso que pretendo analizar, el feminismo en la búsqueda de su discurso político- social se desarrolla en función de una crítica a los espacios ocupados históricamente por los hombres y un cuestionamiento a los fundamentos de ellos, de ahí deriva el concepto del genero como una simple construcción cultural surgida de la educación o si se prefiere de la socialización que constituye los roles, es innegable que este razonamiento encuentra similitudes con el concepto de la superestructura del materialismo dialéctico, es decir el ser humano es solo el resultado de los condicionantes culturales y económicos que lo rodean, es decir es un ser “al que le ocurren cosas” y que por lo tanto es incompetente para asumir decisiones en su propia vida, sino logra primero cambiar el orden social que lo condiciona.

Como se cayo el muro de la tensión marxista, y van desapareciendo los proletarios y los campesinos, de hecho los únicos puestos laborales que crecen son los servicios - ¡oficinistas del mundo uníos!- , como la tensión norte-sur se está haciendo pedazos con los TLC y los tigres asiáticos, y si hacemos la sucia comparación entre la situación de África y Latinoamérica, cabe que nos preguntemos ¿quién es el rico y quién el pobre?, nos encontramos que los discursos vuelven a lo básico.

En el caso del feminismo con la incorporación masiva de la mujer al trabajo y la educación, con la aparición de lideres conservadoras – ¡traición de genero!-, con la desaparición del machismo como políticamente incorrecto, nos encontramos que a las feministas solo les queda centrarse en lo sexual.

Entonces la segunda revolución feminista tiene que ver con la actividad genital, y el control del útero, ¿Cuál es la utopía?, ¿será una mujer sin menstruación?; que lejos de los grandes sueños sociales, que lejos de la realidad cotidiana de las mujeres jefas de hogar, que absurdamente lejos de la vocación particular y colectiva de la mujer. En mi opinión el feminismo se murió de aburrimiento, solo le quedan los cliché; el machismo ha sido remplazado por la masculinidad y el feminismo debe serlo por la Feminidad.

Feminidad y Masculinidad responden a un carácter propio de la mujer y el hombre, que se deben entender compartiendo, desde la diferencia complementaria, su condición de ser humano (“….macho y hembra los creo” Gen 1, 27); ambos como ser humano son el centro en cuanto causa y fin de todo lo social, incluyendo la economía y la política, ambos tienen el derecho y el deber de ejercer su libertad con responsabilidad individual y social, ambos se deben al bien común entendido como respeto a la persona, la búsqueda del bienestar social y la seguridad de un orden justo; justicia y libertad se encuentran en el ser humano.

En el sentido de lo planteado, la mujer en el libre ejercicio de su feminidad tiene derecho a optar por su vocación, en mi opinión no está obligada a tener hijos, pero tampoco está obligada a no tenerlos, así una sociedad humana debe asegurar el derecho de la mujer a trabajar fuera de casa y debe resguardar que no se vea obligada a hacerlo como efecto de la pobreza. Arturo Cárdenas F.

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