
Hemos planteado que el ser humano es el soberano (N° 2) y que siguiendo su vocación se reúne con otros y constituye una nación que encarna toda la soberanía popular (N° 5) y usándola se da un orden político, económico, jurídico y espiritual, que ejerce en libertad y justicia. También hemos planteado que es la familia el ambiente primario en que el ser humano se prepara para formar una nación (N°4) de ahí que el principal papel del Estado sea asegurar el bienestar y desarrollo integral de la Familia (N° 22) y que su falla es causa de recuperación del poder (N° 23).
Me pregunto ¿el Estado está haciendo su pega?, y me respondo que no, ya que no asegura crecimiento económico, con despotismo técnico introduce un plan como el Transantiago que afecta la vida cotidiana de las familias, introduce incertidumbre social con sus peleas de tribus, deteriora la imagen país, centra su política de planificación familiar en la anticoncepción en vez del apoyo a las madres en problemas, le da tribuna a los agoreros de la muerte, a esos que impulsan el aborto y la eutanasia, debilita la autoridad paterna al repartir píldoras del día después a menores como si fueran caramelos, ¡y eso lo llama progreso!, se hace el desentendido del fracaso de la educación y pretende atribuir el problema al lucro, como si no fueran las escuelas municipales las que tuvieran los peores resultados.
Como cristiano y progresista me rebelo contra este Estado que pierde millones de dólares en mantener con vida un plan de transporte que nació muerto, y lo hace por soberbia, por esa incapacidad de reconocer que se equivoco, y con esa lealtad mal entendida que termina por dejar los errores sin responsables, colocando sobre Chile un manto de impunidad que recuerda el de los tiempos más oscuros de la dictadura.
No es necesario recurrir a imágenes catastróficas para darnos cuenta que el impacto de estas políticas públicas mal diseñadas y peor implementadas están afectando el bienestar de las familias chilenas, poniendo en peligro el futuro de nuestros hijos, mutilando su posibilidad de tener mejores oportunidades, ¡es que acaso no recuerda que los pobres tiene la prioridad del servicio! (N°27), me rebelo contra este Estado ineficaz, que ha sido capturado por las tribus de los poderosos de la política y la economía, que ha sido incapaz de crear un proyecto nacional, una misión compartida por toda la nación.
Un país es desarrollado no por tener buenas carreteras sino por tener una nación comprometida con un destino superior, con un rol en el mundo, me pregunto ¿cual es el rol de Chile?, y me respondo con silencio, ¿cuales son los valores que impulsamos?, ¿cual es nuestra misión como nación?, y sigo en silencio….
La batalla por Chile se está dando día a día, en el corazón de nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestras costumbres, en el robo constante a la propiedad intelectual que denominamos “pirateo” y que se ejerce en las calles a vista y paciencia de la autoridad, en esa falta de respeto por las tradiciones que algunos ostentan con orgullo, en la farándula que difunde modelos de vida que no se ciñen a ningún comportamiento decente, ¿cuando se volvió mas importante lo que tienes y no lo que eres?
El censo nos revela que el 90% de la población cree en Dios, pero parece que el 10% restante es el que toma las decisiones, actúan con la impunidad del arrogante henchido por su vanidad, apelo a la mayoría absoluta del país para poner termino a este estado de cosas.
Dr. Arturo Cárdenas F.


1 comentario:
La visión cristiana de la historia entendida como la trascendencia que el hombre tiene en ella, como centro de la creación, define un orden de ser, y por lo tanto un orden de actuar. Que quiero decir con esto, la mirada orgánica que debe tener un cristiano respecto a nuestra sociedad debe abarcar todas sus dimensiones; todo lo que le compete al hombre, le compete a Dios, y todo lo de Dios, le es entregado al hombre. Dicho esto, una explicación para los males de nuestro tiempo radica en una profunda desvinculación del hombre con su causa primer, Dios, y por consiguiente es incapaz de vincularse con sus pares y con ello, puede llegar a cometer atrocidades en nombre del hombre, pero sin Dios.
Es así como esta forma de pensar, que separa la fe y la vida se ha enquistado en nuestra sociedad y por cierto en la vida política y sobre todo en aquellos que están tomando decisiones. No son capaces de vincularse a los reales problemas del ser humano porque han perdido si vínculo fundamental, la causa primera Dios.
Dejo abierto el debate.
Publicar un comentario